Julio recuerda con añoranza sus experiencias en la mina. Un oficio que compartió con su padre, hermano y hasta con su abuelo. Él fue la tercera generación de mineros en la familia Lardín, una de tantas que son historia viva de la principal industria que ha tenido la ciudad. Y es que si hay algo que caracterice y por lo que es conocido Linares es por su esplendoroso pasado minero. «Según decía mi abuelo, la vida en la mina era muy dura. En sus tiempos, un minero solía enfermar cuando llevaba 10 ó 15 años trabajando y moría de silicosis. Como se solía decir, no rompían un par de zapatillas cuando se jubilaban porque morían antes ya que habían tragado mucho polvo», dice el ex minero.
Su abuelo, Cristóbal Lardín, trabajó en El Centenillo (Baños de la Encina), mientras que su padre y él estuvieron en la Mina 'La Cruz', en el Pozo número 1 conocido como 'El Cobre'. Fue la última que cerró el 21 de mayo de 1991 y estuvo gestionada por una empresa de Linares. Pero la Historia de la Minería se remonta desde hace 4.000 años, según los expertos. «Los poblados se especializan en la minería y ellos vienen al Distrito Minero Linares-La Carolina, porque es un territorio prácticamente virgen», explica Francisco Molina, miembro del Colectivo Proyecto Arrayanes. Para los miembros de Proyecto Arrayanes, su importancia es tal que justifica la población. «Es la primera industria del ser humano porque se generan por primera vez procesos industriales en zonas que eran agrícolas en el mejor de los casos», sostiene Antonio Ángel Pérez, miembro de Proyecto Arrayanes. Hasta aquí vinieron diferentes civilizaciones como romanos y cartagineses, atraídos por las labores de la extracción de la plata, cobre y plomo. Su historia también está ligada a dos personajes ilustres de la antigua ciudad de Cástulo. «Las contiendas que se sucedieron aquí con Aníbal e Himilce eran por la plata. El patrón de guerra era ese y los ejércitos se pagaban con plata», comentan desde Proyecto Arrayanes
Sin embargo, la Historia del Distrito Minero Linares-La Carolina se remonta a mediados del siglo XIX. En 1845, España se encontraba dividida en diferentes Distritos Mineros, cuyas inspecciones estaban a cargo de ingenieros del Cuerpo Facultativo. Una de ellas se localizó en Linares y, en concreto, en la Mina de Arrayanes que era el establecimiento que el Estado tenía en la ciudad. Esta inspección de Distrito tenía por misión registrar, aclarar, visitar, conceder o denegar las solicitudes que eran presentadas para la explotación de los yacimientos de todo tipo de mineral.
¿Qué se explotó en Linares? Principalmente, el Sulfuro de plomo y plata o más conocido como la 'Galena Argentífera'. En un principio, el interés fue el de extraer la plata que se encontraba en su interior pero el plomo consiguió ser, posteriormente, muy apreciado por las compañías extranjeras, principalmente inglesas, que impulsaron la industria minera en Linares. En la Fundición de la Tortilla se llegó a sacar en un año 10 toneladas de plata. En 1867, el Distrito Minero Linares-La Carolina llegó a ser el mayor productor mundial de plomo, por delante de Inglaterra. La explotación del mineral trajo progreso, modernización y un importante crecimiento de la población. Linares llegó a contar con 4 estaciones ferroviarias dentro del casco urbano y 4 consulados. El número de habitantes también fue síntoma de que algo estaba cambiando en Linares. Así, pasó de tener poco más de 6.000 vecinos censados en 1849 a alcanzar los 36.000 en 1877, y obtuvo el título de ciudad en 1875.
«No sólo venía gente que quería trabajar en la mina, sino también otras personas que querían vender sus trabajos y ponían negocios en Linares por el volumen de población que alcanzó en pocos años. Si se retomase la actividad industrial ahora se notaría menos porque a más tecnología, se necesitarían menos trabajadores que antes», sostiene Pérez.
El concepto de la minería también cambió con el paso de los años y tal y como lo conocemos ahora. En sus inicios, las minas eran muy pequeñas porque los romanos no tenían los medios para profundizar en la tierra y se llevaban lo que hallaban en la superficie. «Esa conquista de bajar a ese espacio físico y encontrar todo el mineral vino dada por los avances tecnológicos. Eso es lo que ha modificado los usos de vida del individuo», explica José Dueñas, presidente del colectivo.
Vida en la mina.
No es ningún secreto que trabajar en una mina es uno de los oficios más duros que existe. Así lo constata Julio Lardín. Él empezó a trabajar en la mina en el año 1979, por mediación de su padre, Juan José Lardín, que era vigilante en una de ellas. «Mi padre habló por mí a su jefe para que yo trabajase allí. Él no quería que yo estuviese en lo hondo de la mina y, al final, estuve en las compuertas por donde salía y entraba todo el material», dice Julio. Su antecesor, también era hijo de minero y sabía de antemano que estar en el interior de una explotación podría acarrearle a su hijo silicosis o no salir un día de ella con vida. Cuando Julio empezó su jornada era de 12 horas diarias, de lunes a sábado, aunque «los domingos también iba a echar un ratillo». Luego los turnos eran de 8 horas con los que consiguió ganar un poco más de calidad de vida y compartir más tiempo con su familia. Sus manos, de aspecto áspero, denotan las condiciones laborales que tenía, aunque esboza una leve sonrisa al reconocer que las de sus antecesores eran bastante peores. «Era un trabajo físicamente muy duro porque había que hacerlo todo a mano. Teníamos que sacar los vagones y empujarlos a mano y trocear el mineral para llevarlo a la fundición. Llegábamos a meter 300 vagones en un turno», asegura Lardín. En el Pozo número 1, 'El Cobre', revela que vivió muchas anécdotas pero recuerda con tristeza los momentos más difíciles cuando presenció cómo sacaban en dos ocasiones a compañeros que habían fallecido.
Su carácter se ha forjado a base de pelear un día tras otro contra la piedra y, precisamente, esa actitud luchadora ha permanecido entre los linarenses, capaces de reivindicar lo que consideran suyo aún cuando las condiciones son muy adversas. Recuérdese si no, la crisis de Santana en 1994 y cómo los 'santaneros' se echaron a la calle para impedir el cierre de la factoría. El hecho de convivir con ciudadanos de otros países también ha repercutido en el carácter de los vecinos. «Linares fue un choque de culturas con el auge de la minería porque, entre los extranjeros que vinieron a explotarlas y los trabajadores que se trasladaron a Linares para buscarse el pan, había muchos inmigrantes. Recuerdo que los últimos en venir fueron los paquistaníes y me chocaba mucho cuando estaban en la época del Ramadán porque no entendía porque no comían», añade Lardín.
La tradición de ir a los bares también se puede achacar a la época de la minería. En Linares, hubo muchas cantinas ya que era costumbre entre muchos mineros hacer una parada antes o después de salir de ella y tomar algo, «por si no volvían o salían de la mina». A su vez, la gastronomía linarense hace un guiño a la minería. No faltaba en los 'menús' de los mineros el pan con aceite de oliva y bacalao o las sardinas en arenque. «Recuerdo cómo mi madre le preparaba la talega a mi padre y le ponía también la fruta más grande que tuviese porque sabía que tenía que aguantar muchas horas. Lo que no sabía mi madre es que muchas veces mi padre se la guardaba para el primero de sus hijos que fuese a recibirlo cuando llegaba de trabajar. Yo siempre procuraba ser el más rápido», señala Lardín.
Lo único bueno de trabajar en una explotación minera parece ser que era el salario. En el caso de Lardín, antes de ser minero recibía un sueldo de 15.000 pesetas mensuales como pintor. El cambio de profesión permitió que llevase a su casa una nómina de 40.000 pesetas. «Donde se ganaba más dinero en mi época era o entrando en la mina o en Santana», afirma.
Aunque dejó su profesión en 1991 con el cierre de 'La Cruz', continúa su afición. Comenzó a poner una pequeña exposición en la sede vecinal de Arrayanes Sur 520 Viviendas. Tal fue la aceptación de los vecinos que, desde hace 11 años, se ha convertido en una cita más en la Feria de San Agustín, donde muestra los minerales que ha conservado, herramientas que se usaban y maquetas de minas de Linares.
Difusión.
Con el objetivo de dar a conocer el pasado minero de Linares, en abril de 2007 se inauguró el Centro de Interpretación del Paisaje Minero en el antiguo muelle de carga de la Estación de Madrid. Un espacio que hace un recorrido por la Historia de la minería en el Distrito Minero Linares-La Carolina a través de paneles explicativos y una gran maqueta. Desde que abriese sus puertas, lo han visitado miles de personas convirtiéndose en uno de los espacios museísticos de la ciudad con más reclamo entre los turistas. Los miembros de Proyecto Arrayanes fueron los responsables de su contenido, pero no es de lo único que se han preocupado desde la creación del colectivo en 1991.
Desde hace una década, trabajan junto con el Ayuntamiento de Linares y otras asociaciones para que los restos mineros de la zona sean declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, especialmente con su inclusión dentro de la calificación para las zonas de desarrollo de la tecnología Cornish. Por otro lado, hace unos meses, se presentó una iniciativa con la que persiguen que la Junta de Andalucía declare el Distrito como 'Parque Natural de la Minería', y en la que trabajan todos los municipios que pertenecen al Distrito minero. Esto favorece la unión de todos y formar parte activa en la conservación y puesta en valor del patrimonio industrial que poseen los municipios. Las numerosas visitas guiadas que se realizan desde hace algunos años y la reciente ruta nocturna 'Minas de Luna Llena' por algunas de ellas son otras de las actividades con las que se intenta dar a conocer a la población el pasado minero de Linares.
Fuente e imagen: Diario Ideal
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