Si llega a ser visible desde la Tierra, el Ison puede ser el cometa más espectacular en el cielo en el último medio siglo, dicen los astrónomos. Pero no descartan aún que el objeto, viajero desde los confines del Sistema Solar, se desintegre cuando se acerque hasta 1,2 millones de kilómetros del Sol, el próximo 28 de noviembre. En cualquier caso, astrónomos de todo el mundo se han puesto en acción para aprovechar la oportunidad que el Ison ofrece de seguirle y estudiar su evolución. Ahora está casi a la distancia de la órbita de Júpiter, pero el veterano telescopio espacial Hubble ha logrado fotografiarle y los especialistas ya han tenido motivo de asombro: aún a esa distancia, el cometa tiene coma y cola, estructuras que forman estos objetos cuando están más cerca del Sol. Otro telescopio en órbita de la NASA, el Swift, lo fotografió en ultravioleta el pasado 30 de enero, y también lo hizo la sonda Deep Impact.
“Se espera que este cometa sea más brillante que el Hale-Bopp de mediados de los años noventa y tiene el potencial para ser el más brillante que se haya observado en los últimos 50 años, si sobrevive a su paso alrededor del Sol”, ha declarado Carey M. Lisse, científico de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos), al anunciar el arranque de la campaña de seguimiento y observación del Ison por parte de la NASA, que aporta telescopios en tierra y varios de sus equipos en el espacio para este objetivo, incluidos los observatorios solares y astronómicos así como sus sondas en Marte. Se trata de ir precisando el tamaño del objeto, la densidad, la composición, la rotación, la morfología de su coma y cola, así como su evolución en su viaje al centro del Sistema Solar, detalla Lisse.
El nuevo cometa, procedente de la lejana nube de Oort (región esférica en los confines del Sistema Solar, rica en cometas y asteroides), está ahora a unos 630 millones de kilometros de la Tierra y a 620 millones del Sol, según han informado los científicos del Hubble; su núcleo debe medir cinco o seis kilómetros de diámetro, el coma o cabellera (la atmósfera de gas y polvo que lo envuelve) mide ya 5.000 kilómetros de diámetro, aproximadamente 1,2 veces la anchura del continente australiano, y la cola se extiende más de 90.000 kilómetros, saliéndose del campo de visión del telescopio espacial.
El Ison fue descubierto, el pasado 21 de septiembre, por los astrónomos rusos Vitali Nevski y Artyom Novichonol, miembros de la Red Óptica Científica Internacional (ISON, en sus siglas en inglés) que ha dado nombre al cometa, oficialmente denominado C/2012 S1. Luego, al revisar archivos astronómicos se identificó el objeto en observaciones de diciembre de 2011 y enero de 2012.
Cuando lo localizaron en el cielo Nevski y Novichonol, el cometa estaba a algo más de 1.000 millones de kilómetros de la estrella, más de seis veces la distancia media de la Tierra al Sol (Unidad Astronómica, 150 millones de kilómetros). Es la primera vez que el Ison se acerca al centro del Sistema Solar, según los cálculos. En octubre próximo se acercará a Marte y el 28 de noviembre pasará a poco más de un millón de kilómetros de la superficie del Sol. Desde la Tierra se podrá observar en el cielo a finales de este año y principios del próximo, ya de retirada, si sobrevive al calor y la gravedad del astro. Al fin y al cabo, un cometa es una bola de hielo sucio. “Como todos los cometas, el Ison es un bloque de gases helados mezclados con polvo”, explican los científicos de la misión Swift. Al aproximarse al Sol, el material helado se transforma de sólido a gas, en un proceso llamado sublimación, y se generan chorros de material que refleja la luz solar y brilla. “Normalmente, el agua de un cometa permanece helada hasta que está a una distancia de la estrella de unas unidades astronómicas”.
El Ison puede llegar a ser realmente brillante, tanto como para que a finales de noviembre sea visible incluso en el cielo diurno en las proximidades del Sol, explica Lisse. “Pero todavía es un desconocido y no se puede descartar que no alcance ese nivel de brillo o que se evapore antes de acercarse a nosotros”, añade.
El hecho de que sea visible desde Marte, dado que allí hay una flotilla de naves, en el suelo y en órbita, que lo pueden observar, añade interés al cometa. De momento, los científicos están estudiando el Ison en la lejanía, y esta misma semana van a apuntar de nuevo el Hubble hacia él para tomar más datos. “Queremos averiguar la proporción de los tres hielos dominantes en su composición: agua, monóxido de carbono congelado y dióxido de carbono igualmente helado, o hielo seco”, explica Michael A’Hearn, astrónomo de la Universidad de Maryland.
A finales de enero, las observaciones realizadas en ultravioleta con el Swift indicaron que el Ison, a 740 millones de kilómetros del Sol, estaba perdiendo unos 51.000 kilogramos de polvo por minuto, pero solo unos 60 kilos de agua. “Esa desproporción nos indica que la sublimación del agua todavía no estaba generando chorros porque el cometa estaba demasiado lejos del sol”, explica Dennis Dodewits, astrónomo de la Universidad de Maryland. “Otros materiales más volátiles, como el dióxido de carbono y el monóxido de carbono helados se evaporan a mayores distancias y ya estaban entonces alimentando la actividad del Ison”.
Fuente: El País.
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