Un informe de la Asociación de Geógrafos de España coloca al tranvía, al Museo de Arte Íbero y a Geolit en el punto de mira de infraestructuras “innecesarias” o “infrautilizadas”
El boletín número 77 de la Asociación de Geógrafos de España (AGE), disponible ya en su web, va a ser a buen seguro uno de los más consultados en la historia de este colectivo profesional. Su contenido puede sonronjar a más de un político e indignar al ciudadano. Recoge todas aquellas infrarestructuras “innecesarias” o “infrautilizadas” en las que, a su juicio, se ha gastado el dinero público de mala manera. Jaén, como no podía ser menos, aparece en el informe ‘Aproximación a la Geografía del despilfarro en España: balance de las últimas dos décadas’ con tres infraestructuras: el tranvía (120 millones de euros); el Museo de Arte Íbero (26,3) y el Parque Científico Tecnológico -Geolit- (13,4). En total, casi 160 millones procedentes de los bolsillos del contribuyente que, según el trabajo de los geógrafos españoles, no ha sido bien empleados. El estudio de AGE ha sido realizado por las universidades de Barcelona, Girona, Valencia, Cantabria, Complutense de Madrid, Tenerife, Sevilla, Málaga y Alicante y analiza la inversión y los sobrecostes en infraestructuras “innecesarias” impulsadas y ejecutadas por lel Estado y las infraestructuras, proyectos, eventos e inversiones fallidas, vacías o infrautilizadas acometidas por las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
Los geógrafos definen el despilfarro como “la falta de eficiencia, esto es, la ejecución de tareas a un coste mayor al mínimo posible, que supone una disminución del PIB o un incremento de los costes operativos para conseguir el mismo PIB”. Además, añade que el despilfarro es una actuación que “casi siempre conlleva sobrecostes respecto a un funcionamiento eficiente”. Desde este argumento, AGE elabora una lista de proyectos en los que considera que ha habido despilfarro. En este punto analizan el tranvía de Jaén, cuya línea consideran “insostenible”, al igual que la de Vélez-Málaga; el Museo de Arte Íbero, al que ven “infrautilizado”, y Geolit, del que dicen solo que está en uso. Los tres están en el mismo cajón que la Ciudad del Medio Ambiente de Soria, la Ciudad de la Luz en Alicante, la Ciudad de la Justicia de Madrid, Caja Mágica o extravagancias como la Ciudad del Circo en Alcorcón o la Meseta Ski de Tordesillas, pasando por aeropuertos regionales como el de Ciudad Real, centros culturales sin uso o inacabados o redes de depuradoras como en Aragón. Todos proyectos que han sido “abandonados o permanecen inconclusos después de centenares de millones de euros de inversión”.
El tranvía abandonará las cocheras de Vaciacostales en la primavera de 2019, después de siete años en el dique seco. Será posible gracias al acuerdo alcanzado entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, con la colaboración de Diputación. Eso sí, arrancará tras siete años de duro enfrentamiento político. Todo comenzó con el cambio de Gobierno municipal, en junio de 2011, cuando José Enrique Fernández de Moya asume el bastón de mando del Consistorio. El exalcalde nunca quiso hacerse cargo de una infraestructura que consideraba innecesaria y que ya había denunciado desde la oposición. Su principal argumento para dejar en vía muerta 120 millones de euros fue que el Ayuntamiento no podía asumir los gastos de funcionamiento.
La presión de Ciudadanos (Cs) a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, en la negociación de los presupuestos autonómicos, modificó el escenario. El Gobierno regional decidió entonces salir al rescate del tren ligero con su declaración de interés metropolitano y con un acuerdo por el que en el reparto de responsabilidades en la financiación del sistema asume el 75 por ciento, frente 25 de la Administración local, dejando la puerta abierta a que la Diputación Provincial pueda reducir parte de la aportación de la Junta.
El Museo de Arte Íbero, inaugurado por Felipe VI, el pasado 11 de diciembre, tampoco ha estado exento de polémica. Con una inversión de 26,3 millones de euros, abrió sus puertas cinco años después de lo previsto. La idea de crear el único museo del mundo dedicado en exclusiva a los íberos en el edificio de la antigua prisión surgió en 1998. Lo que en un principio parecía una buena idea para el progreso de la ciudad se convierte desde ese mismo momento en una guerra abierta entre la Junta y el Estado o, dicho de otro modo, entre socialistas y populares. La entonces consejera de Cultura y hoy vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, encabezó la lucha contra el Ejecutivo del PP. En el año 2003, un jurado presidido por Rafael Moneo otorga al estudio madrileño Solid Arquitectura el proyecto para convertir la prisión en el futuro museo. En 2005 se firma finalmente la cesión a la Junta, pero ya era tarde. El antiguo recinto penitenciario no aguanta el paso del tiempo, y en el 2006 hay que derribarlo completamente, lo que retrasa el proyecto. A ello se une que la Junta rescinde el contrato con la empresa madrileña por incumplimiento y hay que reiniciar todo el proceso.
Tras muchas broncas entre populares y socialistas, el 3 de septiembre del 2009 se coloca la primera piedra del nuevo edificio, con fecha de terminación de las obras para el 2012. Pero se llega a esa fecha con solo el 55% de las obras ejecutadas, al tiempo que razones técnicas y una nueva modificación del proyecto las paralizan otra vez. Se reanudaron en el año 2014, pero se hizo al ralentí. Aunque las obras finalizaron en julio de 2016, nuevos inconvenientes retrasaron todavía la apertura hasta que en una mañana el Ayuntamiento, la Junta y el Gobierno llegan a un acuerdo para su apertura. Sin embargo, este museo de nueva planta sigue sin estar completo. Y no lo estará, según el consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez, hasta al menos mediados de 2020.
Geolit, ubicado en Mengíbar y concebido como espacio de innovación y desarrollo empresarial, no ha tenido el éxito esperado hasta tal punto de que la Diputación Provincial se ha visto obligada a asumir su gestión para garantizar su sostenibilidad. El pasado 20 de marzo se celebró una Junta General de la sociedad mercantil Geolit, en la que los accionistas (Junta de Andalucía, Unicaja, Confederación de Empresarios de Jaén, Ayuntamiento de Mengíbar, Caja Rural y Universidad de Jaén) renunciaron a su derecho de adquisición preferente de acciones de esta sociedad. Esta renuncia posibilitó que la Diputación sea la accionista única del parque y supuso un paso administrativo más para la materialización por parte de la Administración de la compra efectiva de Geolit. Esta Junta General tuvo lugar después de que el Consejo de Gobierno andaluz acordase el 6 de marzo autorizar la venta a la Diputación de Jaén de las participaciones directas e indirectas de la Junta en la sociedad gestora del Parque. La medida se adoptó ante las pérdidas acumuladas durante los años de la crisis económica, y con el objetivo de permitir la continuidad de este proyecto.
PARQUE ACUÁTICO, APARCAMIENTO DEL HÍPICO Y ESCALERAS MECÁNICAS
Jaén no tiene playa y, para corregir ese error de la naturaleza, el Ayuntamiento, bajo el mandato del PSOE e IU, decidió gastar 8,6 millones de dinero público, con cargo al Plan E ideado por José Luis Rodríguez Zapatero, para que la capital disfrutará de un parque acuático. “Córdoba y Granada lo tienen. ¿Jaén por qué no?”. Fue uno de los argumentos de la entonces alcaldesa, Carmen Peñalver, para justificar la faraónica obra que, siete años después, es un foco de insalubridad y de vandalismo. La imagen que presenta no puede ser más dantesca. Lo que debería ser, hoy en día, la “Playa del Lagarto” y un centro comercial anexo sobre una superficie de 90.000 metros cuadrados para el disfrute de los jiennenses, no es más que un solar abandonado que “avergüenza” a los ciudadanos. El Gobierno local del PP renunció, hace unos años, a poner en marcha ese gran centro de ocio y diversión para el verano que se levantaba en la carretera de Córdoba, por su “falta de rentabilidad”.
El barrio de Valdeastillas, con el que colinda con la infraestructura, ha solicitado en más de una ocasión al Ayuntamiento recuperar este espacio, con diferentes proyectos, como repoblar la zona de árboles para crear un gran parque periurbano para atender las necesidades recreativas no solo de Valdeastillas, sino de toda la ciudad. “Los vecinos propusimos al equipo de Gobierno actual gestionar nosotros el espacio, llevar la cafetería, y vigilar para que todo se mantuviera en orden, pero nadie nos respondió siquiera a la propuesta”, recuerda el que fuera presidente de la asociación de vecinos, Miguel Castro. Incluso, se ofreció como terreno para la edificación del Palacio de Deportes Olivo Arena. Hasta la fecha, el Ayuntamiento no sabe qué hacer con el terreno, como tampoco encuentra salida para el aparcamiento del Hípico, en el Parque de La Alameda. Las obras se paralizaron en 2009 y, sobre ellas y la idoneidad o no de construir un segundo aparcamiento en La Alameda, se ha escrito mucho. El proyecto contemplaba un parking de tres niveles con espacio para 514 plazas en la Alameda de Calvo Sotelo, con una superficie cercana a los 22.000 metros cuadrados. El esqueleto, que es lo que queda hoy, costó tres millones de euros con cargo al Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo o, en su forma abreviada, Plan E, ideado por José Luis Rodríguez, en los inicios de la crisis.
La recesión económica redujo a la mínima expresión la iniciativa privada y anuló definitivamente una inversión pública que está lastrada, además, por las obligaciones de deuda pública. El resultado de esta inacción es una mole de hormigón esquinada que solo sirve para alimentar la pugna política. El equipo de Gobierno de Javier Márquez ha vuelto a incluirlo en los presupuestos municipales de este año porque cree que el proyecto está vigente y puede tener salida. Comercio Jaén ha pedido que se acabe porque lo ve esencial para corregir el déficit de estacionamientos que hay en el centro dentro del plan de peatonalización. Sin embargo, de momento, sigue tal cual lo dejaron los obreros cuando se marcharon de allí en 2009.
Quien no ha escuchado alguna vez Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Una de las canciones más emblemáticas de la historia del rock que habla de una escalera que conduce al cielo. La mecánica de la calle Nueva, ni sube, ni baja, ni lleva a ningún sitio. Se estropeó hace más de un año y, desde entonces, no funciona. La acumulación de suciedad es más que visible y una molestia para más de un vecino y comerciante de la zona
Fue inaugurada, a bombo y platillo, el 12 de diciembre de 2010. Hasta actúo un cuarteto de saxofones y asistió el entonces subdelegado del Gobierno, Fernando Calahorro, porque se pagó con el Plan E de Zapatero. Costó cerca de medio millón de euros y generó bastante polémica, no tanto por lo ‘elevado’ del presupuesto, sino porque con Carmen Peñalver, bajaba -a instancias de los comerciantes- y con su sucesor en la Alcaldía, José Enrique Fernández de Moya, subía. El cambio de sentido no sentó nada bien en los negocios, ya que se hizo “sin escuchar, ni consultar” a nadie y “sin tener en cuenta” que las ventas habían crecido un 20% con la dirección inicial. A día de hoy, ni una cosa, ni la otra. Esto son solo algunos ejemplos de proyectos que nunca llegaron a ninguna parte pero que costaron demasiado tiempo y dinero.
Fuente e imagen: LaContradeJaén
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