La silicosis, una enfermedad “profesional” de los mineros en Jaén (en homenaje a los hombres y mujeres de la minería, en este mes de mayo dedicado a los Trabajadores)
La vida laboral de los trabajadores de las minas de plomo de Jaén no debió ser fácil. Son conocidas las tragedias humanas que sacudieron la vida del distrito Linares-La Carolina a lo largo de su historia. Por citar dos de ellas, la explosión e incendio en la mina Araceli, de La Carolina, que acabó con la vida de 23 trabajadores el día 8 de enero de 1921; o el accidente producido en el Pozo San Vicente de Linares, el día 21 de marzo de 1967, con el resultado de 6 mineros muertos. Aunque estos graves sucesos han dejado un recuerdo imborrable en la memoria colectiva de la comarca minera giennense, el duro y peligroso trabajo en estas explotaciones mineras ocasionaba numerosos accidentes de todo tipo, aunque solamente los de mayor gravedad han dejado su huella en los documentos de archivo y en los medios de comunicación de la época.
Otra cuestión es la de las llamadas enfermedades profesionales de los mineros, que afectaba a aquellos trabajadores que desarrollaban una actividad concreta. Por parte de las empresas mineras era fundamental el control de la salud de sus empleados, tanto de los que entraban a trabajar por primera vez o después de un reingreso, como los que ya estaban en activo en ellas. En el Archivo Histórico Provincial de Jaén se conservan, formando parte del Fondo de la empresa Minas de El Centenillo, documentos que acreditan esa necesidad por conocer y controlar la salud y sanidad de los mineros, que a falta de innovaciones tecnológicas eran el principal activo de la empresa. Son las llamadas Fichas Médicas de Admisión y las Fichas de Neumoconiosis, que están ordenadas por orden alfabético de apellidos de los trabajadores, lo que permite rápidamente la consulta y localización de datos de personas concretas, aunque el número de fichas conservadas sea muy elevado.
Una de estas fichas de neumoconiosis corresponde a la imagen reproducida, de la que se han suprimido los datos personales que, en este caso, son intrascendentes. Estas fichas reflejan los resultados médicos tras los reconocimientos periódicos a aquellos trabajadores con riesgo de ser afectados por la neumoconiosis. Se denomina así a un grupo de enfermedades profesionales de los mineros, entre ellas la silicosis, denominada vulgarmente como “catarro de los mineros”, que tienen su origen en la inhalación de polvo y que afectaba gravemente a los pulmones y bronquios de los que laboraban tanto dentro como fuera de la mina. La situación era mucho peor para los primeros, debido a la escasa ventilación de las galerías donde trabajaban, donde los mineros se movían y respiraban en un ambiente muy cargado de polvo de sílice. Esta situación se agravará a partir de la difusión del empleo de los perforadores de aire comprimido. El reconocimiento médico periódico era fundamental porque, según los especialistas, “la silicosis es frecuente transcurra en forma completamente asintomática hasta períodos avanzados de la enfermedad”.
Según un informe del año 1954 de la Delegación Provincial de Sindicatos de Jaén, cuando ya estaba en declive la minería en la provincia, de un total de 5500 trabajadores de la cuenca minera de Linares-La Carolina estaban diagnosticados 1000 silicóticos de primer grado, y 405 de segundo y tercer grado, lo que evidencia la gravedad del problema que, “amenaza exterminar la población obrera en algunas ramas de la minería, entre las que se encuentra la de los criaderos filonianos de plomo de la provincia”. En el mismo informe se explica que las medidas preventivas por parte de las empresas eran casi nulas y realmente ineficientes: las caretas utilizadas para evitar la inhalación del polvo estaban obsoletas y eran poco eficaces, y los propios mineros se negaban a utilizarlas porque les impedía respirar y dificultaba su trabajo. También se planteó como medida preventiva el uso de martillos perforadores con inyección de agua sobre barreno, para reducir la cantidad de polvo producido por la perforación neumática, pero este sistema no llegó a tener mucha difusión, y tampoco tenían probada su eficacia.
En ese momento existían en la provincia tres dispensarios dedicados al reconocimiento médico de los mineros, instalados en las localidades de Linares, La Carolina y El Centenillo, que eran dependientes del Patronato de Defensa Sanitaria de las Industrias del Plomo, una entidad privada financiada por las empresas mineras. Del dispensario de El Centenillo se dice en otro informe de la Inspección Médica del Instituto Nacional de Previsión, que en el año 1953 había reconocido “a 1008 productores, habiendo resultado 89 con silicosis de primer grado, de los cuales 13 son nuevos”, y se resalta la buena marcha del dispensario y la eficiente labor del médico encargado del mismo. Llama la atención la “baja” implantación de la enfermedad entre los mineros de El Centenillo (que no llega al 10% de los trabajadores), si lo comparamos con la incidencia global en todo el distrito minero (un elevadísimo 25%), aunque no podemos contrastar la fiabilidad de estos datos, por haberse tomado además de informes diferentes.
Esta documentación puede ser consultada, de acuerdo a la normativa vigente, en el Archivo Histórico Provincial de Jaén, y se encuentra dentro de los fondos documentales de la Jefatura Provincial de Minas, de la empresa Minas de El Centenillo, y del Instituto Nacional de Previsión.
Manuel Roll Grande
Archivo Histórico Provincial
15/5/18
La silicosis, una enfermedad “profesional” de los mineros en Jaén
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