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8/12/16

La Inmaculada Concepción y San Juan de la Cruz, Sagrados Protectores de La Carolina

Por el día que es hoy, y por esa misma festividad, copio en la siguiente entrada esta noticia del blog de San Juan de la Cruz de nuestra localidad, que puede ser una grata lectura sobre la Inmaculada y San Juan de la Cruz, en nuestra historia carolinense.


Desde la fundación de La Carolina, los carolinenses siempre han vuelto sus ojos en caso de verdadera necesidad hacia sus compatronos: La Inmaculada Concepción y San Juan de la Cruz.

El culto al santo carmelita no se detiene con el nombramiento de la Inmaculada como Patrona de la ciudad el 9 de Julio de 1769, sino que la propia magnitud del mismo hace que ya en la época fundacional de La Carolina el Intendente Ondeano reconozca su patronato, anterior a la fundación de la ciudad misma, igualándose a la Inmaculada y compartiendo juntos el patronazgo de la ciudad. Este hecho lo relata el mismo Intendente a Muzquiz, en oficio de fecha 29 de Diciembre de 1783, y se guarda actualmente en el Archivo General de Simancas, constituyendo la prueba documental del Patronazgo sobre la Capital de las Nuevas Poblaciones desde la fecha fundacional hasta nuestros días, pues jamás se ha pedido a Roma modificación alguna:

[…] Camarín de Nuestra Señora de la Concepción, que es Patrona de esta colonia y la Tutelar de todas sus Iglesias […]Resta solamente la adquisición de dos efigies que deben colocarse colaterales al altar mayor: una de San Carlos, declarado patrono de esta iglesia, con respecto al Augusto nombre del Rey, su fundador, y otra de San Juan de la Cruz, compatrono* aclamado por la decisión decidida de los fieles de esta Capital, y por cuya intercesión se han verificado del Todopoderoso beneficios extraordinarios en esta Capital, y en cuya inmediación se venera a este santo en una antigua preciosa ermita que se extiende en el día a expensas de la devoción de los fieles [...]
* (Compatrono, del latín compatronus, significa patrono juntamente con otro u otros)

Los compatronos de La Carolina, que desde el siglo XVIII y hasta el día de hoy son La Inmaculada Concepción y San Juan de la Cruz, van a gozar desde el mismo instante fundacional de la devoción de los carolinenses. Ya en los primeros años de vida de la ciudad, son constantes las tablillas que se ponen en la Parroquia con señales de gracias recibidas por mediación de nuestros protectores. El culto a ambos es frecuente, dedicándose Misa todos los Viernes del año a San Juan en la Ermita, siendo cantada de forma solemne en la Parroquia el día de su fiesta, (aún no se contaba con imagen que lo representase). Los sábados, se cantaba la salve y se le rezaba el rosario a la Patrona. En palabras del primer vicario: (A la Purísima) se da el mayor culto pues en todos los misterios o festividades de la Reina de los Cielos, aunque no sean fiesta de precepto, se canta una Misa Solemne.

La devoción oficial a la Patrona, y la popular al Patrón siempre irán unidas desde la fundación en los momentos de mayores calamidades por los que atraviesa la ciudad.

Sabemos que en época de Olavide, el día que se sacó por las calles a la Virgen de la Concepción, nuestra Patrona, para implorar por su auxilio el socorro del agua que necesitaban los trigos de estos campos, ahora tres años, estuvo tan fervoroso y calificó para todos los que le conocían de tal suerte su amor a la sólida virtud, que sus ojos parecieron dos torrentes de lágrimas durante la procesión.
Nos consta que al menos la Patrona saldría una vez más en época fundacional en rogativa. En cuanto al Patrón, sabemos que con ocasión de extenderse por Andalucía al terminar el siglo XVIII la epidemia de fiebre amarilla, el Intendente Carvajal dicta una serie de providencias. Por último dispone rogativas en las que confía a La Carolina en la intercesión del glorioso San Juan de la Cruz y de los santos Ángeles tutelares, encomendados de su custodia y amparo.

Durante el siglo XIX, el mantenimiento de la devoción del Patrón lo centra y alienta su Hermandad, y el culto de la Patrona, a falta de Cofradía que lo sustente, recaerá en las instancias oficiales, siendo el Ayuntamiento el encargado de costearle una función anual, función que costeará hasta bien entrado el siglo XX. El hecho de no contar con una Cofradía que mantuviera el Culto y el celo por el mismo, provocará que la devoción a la Patrona languidezca durante todo el siglo XIX, a falta de empuje efectivo. El siglo XIX hace perder la anterior devoción atesorada por la Patrona, quedando ya como hecho anecdótico que en todo el siglo XIX, salvo la función costeada, sólo podamos reseñar que la corporación municipal acordase:

[...]la que hoy se llama calle de El campo, que lleve el nombre de Concepción por ser el de la Patrona de la ciudad [...] (2 de Noviembre 1884)
Como vemos, hasta el nombre de la calle se perdió, y la que en honor a la Patrona un día se llamó calle Concepción, vuelve hoy a llamarse Calle del Campo.
Diciembre de 1915. Las Hijas de María bendicen en la Parroquia una Inmaculada
de los talleres de Olot, a tamaño académico, para uso de la Congregación. En la Foto
aparecen las congregantes en la escalinata del Templo.
Sin embargo, en el siglo XX la Inmaculada protagonizó una fugaz aparición que momentáneamente volvió a aparecer ante los carolinenses como la eficaz intercesora ante las calamidades que siempre fue junto a nuestro santo Patrón.

La Epidemia de Gripe de 1918

Es el año de 1918 históricamente conocido por la espantosa epidemia de gripe de 1918 (llegarían a morir unos 50 millones de personas en todo el mundo). Esta epidemia alcanzó proporción global, causando verdaderos dramas personales y grandes desgracias. La Carolina no va a permanecer ajena a la epidemia.
D. Manuel Gil Cámara, Presidente de la
Hermandad de San Juan de la Cruz
en 1918
La Hermandad de San Juan de la Cruz, representada ese año bajo la presidencia de D. Manuel Gil Cámara, como cada año se dispone a organizar las fiestas, pero al solicitar del Ayuntamiento la habitual iluminación, se encuentra con el siguiente panorama:
A moción del concejal señor Jaúregui, en sesión de 15 de Noviembre de 1918, el pleno trata su propuesta para que "se acuerde suspender las fiestas de San Juan de la Cruz ante el peligro de que las aglomeraciones de personal procedente de puntos infestados pueda determinar incremento de la enfermedad epidémica, proponía la suspensión de las fiestas que anualmente se celebran en honor a San Juan de la Cruz."

A esto, el Alcalde contesta que según informes que le facilita el Señor Subdelegado, Inspector de Sanidad y médicos, la enfermedad no existe en esta ciudad, habiendo sólo muy contados casos en las afueras y aunque la fiesta es puramente popular quiere consultar con la Junta Municipal de Sanidad a la que tiene citada para mañana a las doce.
El concejal Señor Jaúregui le replica diciendo que en Navas de Tolosa hay muchos atacados y diariamente dos o tres defunciones, y si la marcha de la epidemia decrece, podrá desaparecer pronto y celebrarse la fiesta el diez de Diciembre.

Al oir esto, el concejal señor Gil responde que no tiene interés en que se celebren o no las fiestas, pero a lo que no esta dispuesto es a que se celebren en el próximo mes.

Declarado suficientemente discutido el asunto se procedió a votar la proposición del Señor Jaúregui resultando que votaron que se suprimieran las expresadas fiestas los Señores Villarrasa, Jaúregui, Gil y Pérez Plaza y que no los Señores Don Leopoldo Garrido, Don Miguel Campos, Rodríguez y el Presidente Señor Crespo.

Como hay empate se repitió la votación ofreciendo igual resultado. En su consecuencia se resolvió por el voto de calidad del Señor Alcalde desestimando la proposición del Señor Jaúregui, y pudiéndose celebrar las fiestas sin mayor problema, eso sí, extremando la precaución en los forasteros que vinieron a las mismas.

Coincidentes con las mismas, se produce el fin de la misma. En medio del mayor entusiasmo los carolinenses acuden masivamente a agradecer que La Carolina haya permanecido a salvo del contagio masivo de sus gentes. Y la fiesta acostumbrada del santo carmelita sufre de forma inesperada una alteración. La Inmaculada va a procesionar durante las fiestas de Noviembre de nuestro Santo Patrón para recibir el homenaje sincero de los carolinenses por haberlos librados de la feroz epidemia. Será la primera vez que San Juan se vea acompañado en sus días festivos por la Reina de los Cielos, con la que comparte el patronazgo de la ciudad.

Providencialmente, existe una fotografía que ilustra el hecho, constituyendo de momento la primera fotografía conocida de la anterior imagen patronal de la Inmaculada concepción, que llegase a la Carolina el 1 de agosto de 1770.


Esta fue la última vez que los carolinenses vieron juntos a los dos compatronos a causa de los males que los afligían. La oportunidad de retomar el culto a nuestra Patrona con la devoción arropada de todo el pueblo vuelve a pasar fugaz, ya que a los ocho años de esta salida, se considera que la Inmaculada ya recibe culto suficiente por la función costeada por el Ayuntamiento y por los ejercicios piadosos de las hijas del Inmaculado Corazón de María, y nuestra Hermandad decide que la Imagen de San Carlos, Patrón del templo principal, sea a partir de 1926 el encargado de abrir el desfile procesional de nuestro Santo Patrón, aun sin ser titular de la Hermandad, arrinconando a nuestra regia Patrona y prestando a confusiones el Patronazgo de nuestros copatronos (Inmaculada y San Juan) sobre la ciudad, confusiones que se producen a partir del año 1956 y no son avaladas por ningún documento o nombramiento que pudiera darles verosimilitud.

Diez serían los años que San Carlos, patrono de la Iglesia acompañará al Patrón de la ciudad. Tras la Guerra civil, volverá a acompañarlo desde la década de los cincuenta hasta 1970, y con la salvedad de 1987, no volverá a aparecer abriendo el cortejo procesional hasta el año 1997.

Por desgracia, este hecho ha motivado que la Inmaculada haya sido postergada. Desde la guerra civil, ha procesionado en muy contadas ocasiones. De forma intermitente, su festividad se ha celebrado con más o menos solemnidad. Por fortuna destaca este año, que por vez primera en muchos años se le ha tributado un espléndido triduo con exposición del Santísimo. Es de especial importancia que los carolinenses vuelvan de nuevo sus ojos a nuestro mayor tesoro. A la que desde 1769 protege como madre y patrona a nuestra ciudad y nos espera cada día desde el camarín de nuestra Parroquia para recoger nuestras oraciones y presentarlas ante Dios nuestro Señor.

Dios Eterno, Dios Inmenso,
Dios de Abrahám, Jacob e Isaac.
Tú, María Inmaculada,
de Dios Madre Virginal,
intercede por un pueblo,
que consagrado te está.
Dios Eterno, Dios Inmenso,
Dios de Abrahám, Jacob e Isaac.
Al Rey nuestro Fundador,
da salud, auxilio y paz,
y a la nueva Carolina,
virtud y prosperidad.
Dios Eterno, Dios Inmenso,

danos la gracia final.

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