Desde la cuenta del Museo de La Carolina se anuncia que se van a realizar una serie de post encaminados a dar a conocer el patrimonio de nuestra localidad.
Copio en esta entrada el primero que elaboran.
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"Desde la fundación de La Carolina, la ermita de San Juan de la Cruz constituyó un poderoso foco devocional centrado en la figura del místico carmelita. En su interior, y con anterioridad a 1767 ya se veneraba un lienzo en el altar mayor de la misma. La primera mención al cuadro que conocemos, es de época fundacional. Don Juan Lanes Duval, vicario, escribe en su defensa a Olavide ante el Santo Oficio el 11 de Junio de 1776: Hay en esta Población inmediato al Pueblo un Oratorio muy decente dedicado a San Juan de la Cruz, en cuyo altar está una hermosa pintura del Santo.
Poco sabemos sobre el primitivo lienzo de la ermita. El propio Lanes Duval certifica que el capuchino alemán Fray Romualdo de Friburgo celebra Misa en la ermita en honor de San Juan de la Cruz todos los viernes del año desde su llegada en 1770. Hasta el mismo origen de la Hermandad Patronal se vincula a la veneración del cuadro, que constituye objeto de especial culto (aún no se contaba con imagen de bulto en La Carolina que lo representase), lo que motiva que en 1782 el primitivo oratorio se amplíe a expensas de los fieles, añadiéndosele una nave, tal como señala el Intendente D. Miguel de Ondeano. En 1936 en el asalto a la ermita el lienzo resulta destruido. Una vez acabado el conflicto, Don Emilio Díaz Pintado encarga el actual lienzo para sustituir al anterior a Don Eduardo Sánchez Solá, pintor que conoció en la exposición que éste realizó en Linares en 1943.
El actual cuadro, de gran formato, representa la última Misa de San Juan de la Cruz en el convento de La Peñuela. En el fondo del lienzo se observan unos cortinajes rojos abiertos. En el testero de la Capilla simulada aparece una representación de la Virgen del Carmen, titular de la orden carmelitana. Bajo la misma, aparece el altar dispuesto para la celebración de una misa rezada (dos candelabros) y el misal sobre un atril abierto. En primer plano, San Juan de la Cruz revestido de alba, amito, manípulo, estola y casulla (de color blanco, color litúrgico utilizado para celebrar la memoria de santos que no murieron mártires). Destaca el semblante del santo, con los ojos cerrados y la tez lívida en el momento de la Misa en que, vuelto al pueblo, saluda extendiendo las palmas de las manos con la fórmula “orate fratres” mientras que un ángel le señala y ordena silencio al espectador.
A modo de breve biografía señalaremos que Eduardo Sánchez Solá nace en 1869 en Madrid. Estudia en La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo alumno de Alejandro Ferrant y Luis Taberner. Profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, ciudad en la que se afinca, es colaborador de la revista La Ilustración española y Americana. Participa en varias exposiciones nacionales, recibiendo mención honorífica en 1895, medalla de tercera clase en 1897 y 1899, mención de honor en Arte decorativo en 1904. Expone asimismo en la Exposición Regional de Arte Moderno de Granada (1942) y en la de Linares (1943). Sánchez Solá se especializa en el género costumbrista, especialmente en las escenas de los monaguillos, llegando a ser conocido como "el pintor de los monaguillos". Es también valorado como retratista y paisajista. Su pintura puede considerarse como exponente de la pintura de finales del siglo XIX, en la que abundan cuadros de género en los que ilustra la cotidianidad de la burguesía española. Muere en Granada en 1949 a los 80 años de edad. Actualmente, el Museo del Prado cuenta con dos obras suyas, Monaguillo (70x40 cm) y Niña (47x32 cm)."
Juan M. Patón Crespo
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