Se envió él mismo en una caja y viajó 16.000 kilómetros desnudo dentro.

Soluciones para todo.

La historia de Reg Spiers es para no dar crédito. Este lanzador de jabalina australiano, se encontraba en Londres recuperándose de una lesión para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964 pero él quería volver a casa, a Australia, para el cumpleaños de su hija. Sin embargo, no tenía dinero para viajar. Así que improvisó una solución.

Todo iba bien: le faltaba poco para reunir todo el dinero que necesitaba. Pero le robaron. En ese momento tomó otra decisión mucho más enérgica: empaquetarse él mismo

Según informa BBC News, viendo que su recuperación no marchaba según lo previsto, no le quedó más remedio que asumir que no podría competir. Así quedecidió aceptar un empleo en un aeropuerto londinense para poder volver a Adelaida y ver a su hija.

Todo iba bien: le faltaba poco para reunir todo el dinero que necesitaba. Pero le robaron. En ese momento tomó otra decisión mucho más enérgica: empaquetarse él mismo. Así, pidió ayuda a un compañero y diseñó una caja de madera de 1.5 x 0.9 x 0.75 metros, como puede observarse en la imagen. En ese espacio podía tumbarse sobre su espalda doblando las rodillas o sentarse con las piernas estiradas, además de abrir desde dentro en caso de emergencia.

Se aprovisionó de un un paquetito de comida, una botella de agua y otra vacía para orinar dentro

Se aprovisionó de un un paquetito de comida, una botella de agua y otra vacía para orinar dentro. Una vez todo listo, Spiers se introdujo en su recipiente y se envió a sí mismo por correo contrarrembolso a Perth, un aeropuerto pequeño y con pocas medidas de seguridad en la época.

Evidentemente, el viaje no iba a ser un camino de rosas: al principio salió un momento de su caja a estirar las piernas y orinó en una lata. Al escuchar que alguien se acercaba, regresó precipitadamente a su escondite, olvidando su peculiar orinal fuera.

Luego, en la escala en Bombay, pasó varias horas expuesto a un sol implacable. Ese fue el motivo de que se quitase la ropa sin salir de la caja y completara desnudo el resto del trayecto. Cuando escuchó el particular acento de unos trabajadores que protestaban por el tamaño y el peso de su habitáculo se dio cuenta de que había llegado a casa. Pudo huir del aeropuerto de Perth y desplazarse por carretera hasta Adelaida. Había completado su odisea.

Fuente e imagen: Diario Ideal