Han pasado más de 75 años desde que aquel 2 de noviembre de 1936 la BBC emitiera el que es considerado como el primer programa televisivo de la historia. Aunque la televisión ha cambiado —y nos ha cambiado—, es sorprendente que en 2013 y con la red Internet totalmente asentada en la sociedad la televisión siga teniendo el mismo papel que hace décadas.
Ninguna empresa, ningún producto, ha logrado reemplazar a la televisión y conquistar el salón de casa. La caja tonta, algo menos tonta —o eso dicen— sigue dominando ese rincón de nuestros hogares, y ante las actuales alternativas y las que están por venir la pregunta es evidente: ¿podrá alguien ganar esa batalla por la conquista de nuestro salón? Seguro que es uno de los temas estrella de nuestro Meet The Experts sobre cine y televisión en la era de Internet.
Lo cierto es que opciones no nos faltan. El problema, como suele ser habitual, es que cada fabricante hace su guerra particular. Formatos propios, sistemas de distribución propios, y una ambición lógica pero contraproducente que ha provocado una división y fragmentación absoluta.
¿Será capaz alguna de las plataformas, servicios o productos disponibles, hacerse con el dominio de ese salón? La difusión de contenidos (películas, series, televisión en directo) a través de Internet es una de las claves de esas alternativas que creemos interesante repasar.
Smart TVs, la caja tonta ya no lo es tanto
Un estudio reciente de la consultora Difussion Group revela que el 25% de los hogares en Estados Unidos dispone de al menos un Smart TV, una cifra que contrasta con otra singular: solo un 14% de esos hogares cuenta con un Apple TV, un dispositivo Roku u otra solución de streaming similar.
El 31% de los Smart TV no están conectados a Internet
Esos datos demuestran que hoy en día el interés por las televisiones inteligentes (o Smart TVs, como las conocemos popularmente) ha crecido de forma importante. No hay fabricante que se precie que no presuma de las prestaciones que ofrecen sus televisores, pero en esa teórica inteligencia hay una barrera: el usuario.
Y es que según ese informe el 31% de dichos televisores no estaban conectados a Internet, que es precisamente el pilar de la mayoría de prestaciones avanzadas de dicha plataforma. Habría que llegar más allá —algo que no hace el estudio— y preguntarles al 69% restante de los usuarios qué funciones de su Smart TV aprovechan. ¿Realmente descargan contenidos bajo demanda de Internet a través de sus televisores?
Las consolas y la Xbox One como paradigma de futuro
Las consolas de videojuegos han sido probablemente las únicas que se han consolidado como acompañantes perfectas en nuestro salón. Así lo confirma el mismo estudio al que hacíamos referencia en el apartado anterior, y que certifica que un 62% de los hogares con conexión de banda ancha tienen una o varias consolas de última generación.
Cada vez más potentes, cada vez más versátiles, ese antiguo papel lúdico ha ido transformándose para convertirse en unos desarrollos centrados también en contenidos multimedia.
La Xbox 360 ha sido la que más ha luchado por ganarse la confianza de los usuarios. En Estados Unidos, donde los responsables de Microsoft han logrado acuerdos con productoras y con servicios como Netflix, la Xbox 360 se ha convertido en un producto casi perfecto.
El problema es que ese “casi” es un “casi” enorme. El acceso a esos contenidos está muy lejos de ser cómodo —algo que señalaba nuestro compañero Antonio Ortiz esta misma mañana— y aun con una buena oferta de series y películas bajo demanda, la ausencia de inmediatez es un hándicap importante sobre todo para usuarios noveles y para los que buscan la máxima comodidad posible, y no un segundo producto que aprender a manejar junto a la tele.
Precisamente ambos apartados podrían haber sido solventados por Microsoft con su recién presentada Xbox One, una consola en la que la televisión en vivo se convierte en protagonista y en la que los contenidos de pago (con la unidad Blu-ray a la cabeza, curioso en un mundo que parecía apostar cada vez más por el streaming) cobrarán más protagonismo que nunca.
Otras consolas tradicionales no han apostado tanto por ese papel de centro de entretenimiento, y la futura PS4 no parece haber prestado atención a ese aspecto. Al menos, no con la limitada información que los responsables de Sony han ofrecido con cuentagotas.
Set-top-boxes: cada loco con su tema
Como sucede tanto en el segmento de las televisiones inteligentes como en el de las consolas, los dispositivos conocidos como set-top-boxes también se han adentrado en un segmento muy diversificado y sin un claro exponente.
Apple es quizás la más destacada con su Apple TV, una solución que tiene el problema de pertenecer a ese ecosistema tan hermético de Apple que no facilita su convivencia con otras soluciones.
Otras plataformas muy populares en Estados Unidos como Roku o Tivo (o una algo olvidada Boxee) siguen sin conseguir ese ambicioso objetivo final, y tratan de mantenerse presentes en el mercado con actualizaciones que añaden valor a nivel local (o sea, en Estados Unidos), pero que no tienen visos de convertirse en soluciones globales.
Esa ambición de convertirse en solución global era la que muchos esperábamos que saliese de las cabecitas pensantes de Mountain View. La plataforma Google TV, que a priori parecía una solución perfecta —no en vano la infraestructura de Google es ideal para estas soluciones— tuvo un lanzamiento desastroso, con críticas muy poco favorecedoras que han parecido pesar mucho sobre esa esperada nueva generación de dispositivos hardware que seguimos sin ver.
Y en esa guerra encontramos todo un catálogo adicional de soluciones de streaming que son de nuevo pan para hoy y hambre para mañana. Muy específicas, muy concretas, poco dispuestas a trabajar de forma conjunta en una plataforma de distribución de contenidos única que fabricantes hardware, desarrolladores software y grandes de la industria audiovisual siguen sin conseguir poner en marcha.
¿Un PC en cada salón?
La idea parece a priori perfecta. El PC ya se ha instalado en nuestras vidas. Convivimos con él, conocemos sus entresijos —poco más o menos—, se ha vuelto una solución familiar. Así que asociarla a la televisión parecería lo más lógico.
Eso es lo que han intentado hacer durante años las plataformas para convertir al PC en un Media Center, y que en mi caso personal han sido desde hace años la opción clara. Plataformas software como el prodigioso desarrollo Open Source XBMC —base de otros como Plex o el propio software de Boxee— permiten convertir cualquier PC (y desde hace poco, casi cualquier dispositivo basado en Android)en un versátil concentrador de la experiencia multimedia, tanto local como de contenidos bajo demanda en Internet.
No solo eso: el hardware también ha contribuido de forma crítica a esa camaleónica personalidad del PC en el salón, con equipos con un factor de forma reducido (los estándares micro, nano y picoATX e ITX han sido también cruciales) y con eficiencias energéticas excelentes.
Y eso sin descuidar el soporte casi ilimitado de formatos multimedia (en un PC conseguir ese soporte de formatos es mucho más sencillo que en un set-top-box al uso) y temas como la aceleración hardware. Productos como los nuevos Intel NUC —que compiten con propuestas destacadas como las de Zotac con sus Zbox nano— vuelven a solicitar un protagonismo que siguen sin tener.
La propia comunidad de usuarios también contribuye a esa apuesta: los grandes foros especializados de audio y vídeo demuestran a diario su pasión por ese segmento que quiere poner al PC en el salón con todo tipo de variantes hardware —cada una con sus ventajas y desventajas— que, eso sí, comparten un común denominador: la inmensa mayoría acaban basándose en Windows, permitiendo el disfrute de todos los servicios y aplicaciones accesibles en esa plataforma de Microsoft también desde la televisión. Y no necesariamente con un teclado bajo el brazo, cuidado.
Servicios de contenidos bajo demanda, la otra pata de la mesa
Los PCs, los set-top-boxes, las consolas y las Smart TV no servirían de mucho en ese campo si no pudieran acceder a plataformas de gestión de contenidos audiovisuales, y ahí es donde entran los otros protagonistas: los servicios de contenido bajo demanda.
No hablamos ya de las cadenas televisivas —en nuestro país las principales emiten en directo a través de Internet, algo impensable hace 10 años— sino de plataformas de contenidos de pago que están luchando en un mercado tan disputado como el de la música.
Apple, Amazon, Hulu, Netflix y un prometedor Google Play Movies son los grandes nombres propiosde ese segmento, pero a su lado se sitúan propuestas muy del estilo Apple. Por ejemplo la de Microsoft, que confunde a sus usuarios (desde luego, a mi me confunden) con su apuesta dividida en Zune Marketplace y Xbox Video, y que además ofrece todos los contenidos de Netflix y de Hulu en Estados Unidos, proporcionando una oferta más completa pero también más diversificada dentro de una misma plataforma.
El problema de esas plataformas es, de nuevo, la guerra de guerrillas en el que todas están implicadas, y que es muy difícil —por no decir que imposible— que se solucione a corto plazo. En realidad esa batalla se extiende a muchos otros campos, no solo tecnológicos, y la existencia de esas alternativas es positiva para aumentar la competitividad y para que sea el usuario el que decida (pero que pueda decidir) cuál se ajusta más a sus necesidades.
El futuro se tiñe de verde
A muchos nos gustaría que a las propuestas existentes se les sumase una plataforma que parece no tener límites: Android. El sistema operativo móvil de Google ya ha conquistado a los usuarios de smartphones y de tablets, y algunos indicios apuntan a un interesante desembarco también en nuestro salón.
De hecho, dicho desembarco hace tiempo que se inició: las últimas versiones de Android y los dispositivos de última hornada comienzan a prestar atención a la posibilidad de reproducir contenidos por streaming.
El mágico Airplay de Apple —una verdadera maravilla que otros han ido trasladando a sus soluciones— es ya una realidad en Android a través de estándares como Miracast. Lamentablemente este estándar es todavía muy poco popular por su reciente aparición y soporte en Android 4.2, pero plantea una alternativa inalámbrica en la plataforma móvil de Google.
Por supuesto, esa alternativa inalámbrica se vio precedida por la posibilidad de conectar un smartphone o un tablet Android por cable (siempre que la televisión tuviera puerto USB). Además de eso, en los últimos tiempos se han ido popularizando esos pequeños set-top-boxes basados en Android y que tienen el aspecto de un pendrive USB, cuando en realidad se conectan a nuestro televisor directamente a través de HDMI.
Estas soluciones son otra singular demostración de la versatilidad de Android y de lo fácil y barato que es convertir cualquier televisión (siempre que tenga puertos de este tipo) en una solución mucho más inteligente. Más incluso que las Smart TVs que suelen tener un coste elevado y que no están dotadas de la potencia de Android.
Pero en el horizonte tenemos otro dispositivo especialmente llamativo. La consola Ouya, pensada originalmente para disfrutar de videojuegos Android en la televisión, pero que lógicamente será una forma perfecta de poner en marcha un singular Media Center. No basado en Windows, no. En Android, una plataforma que podría barrerlo todo a su paso también en este segmento.
Conclusiones
Lo cierto es que todo este análisis no hace más que dejarme aún más sorprendido por la situación de la televisión y los contenidos bajo demanda en 2013. Sin un protagonista claro, sin una solución definida, las cosas no parecen tener visos de cambiar a corto plazo.
De hecho, las últimas inciativas del mercado no hacen sino confirmar esa visión. Los fabricantes de Smart TVs seguirán defendiendo sus productos y apostando por televisores cada vez más completos, mientras que los de consolas y set-top-boxes harán lo propio con sus dispositivos. Cada una de ellas hará perfectamente posible el acceso a esos contenidos, pero es probable que nadie acabe de ganar esa batalla por la conquista de nuestro salón.
Solo dos de nuestros protagonistas tienen papeletas para destacar en mi opinión. El primero, la Xbox One, y solo (al menos de momento) en Estados Unidos, donde la oferta de contenidos para esta consola está muy bien resuelta y su papel como PVR es ya una realidad.
Y el segundo, un aún incipiente Android al que nadie parecía haber prestado atención y que sí podría acabar convirtiéndose en la plataforma que acompañe a nuestro televisor. Tanto dentro de él como a través de un segundo dispositivo, Android parece contar con virtudes suficientes como para aportar una solución convincente que acompañe a la ya más que convincente llegada al mundo móvil.
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