Un matrimonio de pensionistas de Jaén pide ayuda a la empresa, mandándole dos mil botes de Actimel vacíos para demostrarles su fidelidad
Alberto lleva años acumulando etiquetas, recortando códigos de barras o guardando tapones. Le cuesta mucho leer (apenas ve), pero se las apaña cada vez que hay una promoción: un sueldo para toda la vida, una casa, un carro lleno de compra... Es de las pocas ilusiones que tiene, aunque ya ni siquiera eso, porque viendo que por muchas cartas que manda nunca le toca nada, ha decidido cambiar la marca de su café como símbolo de rebeldía.
Podría decirse que Alberto, que ahora tiene 78 años, ha tenido por fin suerte. Cuando llegó diciembre y vio las navidades que tenía por delante, se le ocurrió una idea: por qué no mandar unas cajas llenas de botes de Actimel a las oficinas centrales de Danone, para así demostrar a los directores de la empresa que lleva años consumiendo este producto, que lo sigue haciendo, y pedirles a cambio una ayuda que solucionase algo su situación casi desesperada.
En Danone, en Barcelona, se sorprendieron mucho cuando alguien abrió las dos cajas que habían llegado por correo postal, una de ellas de más de un metro de alto, y comprobó que estaban llenas de los pequeños botes de Actimel, muy bien lavados, eso sí. Tanto se sorprendieron, que según han confirmado a este periódico fuentes de la propia empresa, han decidido mandarle a Alberto, que acompañó los paquetes con una carta en la que contaba su historia, un lote de sus productos y vales descuento para que la compra le salga más económica.
Alberto está agradecido y parece un anuncio de televisión cuando relata de corazón las bondades, que a su juicio, tienen los Actimel. Está agradecido pero no era eso lo que él buscaba, sino una ayuda un poco más fuerte. Alberto vive con su mujer, Emilia, en un tercer piso sin ascensor en Jaén capital. Emilia ha sido operada hace muy poco del corazón y ni siquiera puede levantarse sola de la silla. Su marido es sus pies y sus manos. Él va a la compra, él lava la ropa, cocina y hace lo que puede porque apenas ve. Emilia lleva ocho meses sin poder salir a la calle porque tres plantas de escaleras es demasiado para su corazón.
Ambos viven con una pensión de 500 euros y sin más ayuda. No tienen familia cerca, Alberto ni siquiera tuvo compañía a las puertas del quirófano el día que operaron a su mujer. Por si esto fuera poco, viven en un piso de alquiler, en el que las ventanas no cierran bien y la humedad se los está comiendo.
Ventanas y luces
«Nosotros lo que necesitamos es que alguien nos ayude a reparar las ventanas, las humedades, un electricista que nos arregle las luces o que nos consigan un piso subvencionado en una planta baja, aunque si tiene ascensor para que mi mujer pueda bajar, nos da lo mismo, como si está en una octava».
Alberto tiene ordenados sobre la mesa del salón todos los botes de medicamentos que tiene que tomar su mujer y junto a ellos, en otro mueble los tiques de compra del supermercado de, al menos, el último mes. «Empecé dándole un Actimel por la mañana, pero vi que cuando se lo tomaba mi mujer se sentía mejor, se venía arriba, por eso ahora le doy tres al día, con los medicamentos».
Fuente de la información: http://www.ideal.es/jaen/v/20110112/jaen/llamada-mago-danone-20110112.html
12/1/11
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A ver quien se va a creer esta historia. No fiaros ni de la mitad las historias que cuentan sobre marcas ya que la mayoría de las veces son ellos mismos quien las escriben para potenciar la ventas. Te aseguro que esta persona de 78años no ha bebido un bote del dichoso actimel en su vida. Puedo poner la mano en el fuego. DEJEN DE MENTIR CON HISTORIAS A LA GENTE PARA INCREMENTAR SUS VENTAS.
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